La delicia de volver a ser
Migrar no es fácil, ha sido un sube y baja de emociones, pero hoy ya volví a ser yo y ¡que rico!
Migré por amor.
Pensé que iba a ser más fácil. Que rico, ¿no? una vida nueva, aventuras, conocer el otro lado del mundo, sentir la vida distinta.
Pero me topé con otra realidad, una barrera con el idioma fuertísima, una cultura muy fría comparada al calor latino del que venía, las estaciones y el clima eran otros.
Bienvenida a Suiza.
El primer año fue muy difícil: dejar todo, el choque cultural, correr para casarnos, desbalances hormonales, subida de peso, no ver a mis seres queridos por más de nueve meses.
Sobreviví, estuve en estado de supervivencia todos los días. Lloré mucho, las palabras fueron mi salvavidas, escribir, leer y escuchar podcasts. La soledad te puede matar, te quita vida, es como un dementor que te chupa todo lo que sos.
Fui a varios eventos, tratar de conectar con personas nuevas, clases de baile, de yoga, de cerámica, de esto y de aquello, me ayudaron a llevar a mi mente a otro estado, sonreír, hablar y escuchar otras perspectivas, pero al final no conecté con nadie, no pude hacer nuevas amigas.
Soledad 10 - Ana 2
Trabajo para una plataforma de eventos, donde promovemos que las personas salgan de casa y conozcan personas que piensen igual que una en la ciudad donde te encontrás. Es irónico que ni yendo a estos eventos lo lograba muy bien.
¡Extraño el calor latino! Caminar por la calle y sonreírle a extraños, decir buenos días solo porque si, y comentar con la persona que está haciendo la fila para el tren que que delicia que el sol salió de nuevo.
Volví a mi país por un mes y medio.
Ahora si, que rico. Sol, calor, carcajadas, arroz, frijoles y tortillas. Playa, arena, sol. Atardeceres mágicos, pies en la arena, revolcadas en el mar. ¡Esto es vida!
Que increíble cómo te pueden recargar unos días con lo conocido, con lo que te recarga el corazón, con lo que de niña te dio confort.
El abrazo de la abuelita, las risas entre hermanos, cocinar con mi mamá, hablar por horas con mis amigas.
Qué fácil es la vida.
Ahora si, recargada. Corazón lleno. Estoy lista para irme de nuevo, construir esta nueva vida.
Volver.
Año dos.
Soy otra, tengo vida de nuevo. Volví a clases de baile y hablo con más personas, empecé clases de alemán y tengo conversaciones con desconocidos, ¡inclusive me río con ellos!
¿Quién es esta? Uff que bien se siente ser yo de nuevo, o ser una nueva yo.
Ahora me veo al espejo y me gusta lo que veo, amo mi rutina nueva en el gimnasio y me siento más fuerte que nunca.
¿Cómo? ¿Qué es eso que veo en las clases de baile? Un cuerpo que se mueve libre, sin pensar en que la juzgan ni en lo que piensan los demás, solo sintiéndose sexy y divirtiéndose con cada paso.
Wow, de verdad que delicia ser yo.
Me llena cocinar recetas nuevas, un buen día en el trabajo, entender toda la clase de alemán, conocer la nieve y jugar como una niña, un abrazo y un te amo por las noches.
El poder de socializar
Las clases de alemán y de baile han cambiado mi semana por completo. Ya no estoy todo el día en casa, sola; trabajando, sola y solo acompañada por las noches después de que mi pareja llegara del trabajo.
Ahora salgo tres veces por semana a clases, me relaciono con personas diferentes, conozco sus historias, con unas hablo, con otras bailo, pero me recarga. Ya tengo historias para contar en la cena, ya no solo repito lo que me contó mi mamá que está pasando en casa, a más de 9.000 kilómetros.
No tengo amigos nuevos aún, pero el sábado fui a la marcha del Día de la Mujer con las hermanas de mi pareja y me topé a una compañera del curso, ¡eso nunca me había pasado! Yo no era la que conocía a personas en la calle.
Las personas y la naturaleza recargan y podría decir que sanan. En mi caso necesito más naturaleza que personas, pero como agradezco este espacio para que mi cuerpo y alma recuerden que no estamos solas y que hay más personas pasando por algo similar, aunque en este momento solo nos unan las ganas de aprender el idioma.